Poema de Navidad:

Poema de Navidad:

Asombrados se han quedado quienes ha sido testigos de tan insólito y mágico prodigio.

Qué le pasa a ese niño que tan pronto es blanco, negro, mestizo, amarillo, moro o indio.

Qué le pasa a ese niño que no sonríe a los reyes que desde tierras lejanas han venido

Para embellecer con oro, aromar con mirra y purificar con el incienso a la vida recién nacida.

Qué le pasa a ese niño que solo se estremece con la dulce  mirada del pastor que a sus pies se arrodilla,

Y que le ofrece con sus manos vacías de oro, incienso y mirra, la ofrenda que el niño necesita,

El contacto de unas manos que recorren su diminuto cuerpo, una nana susurrada al oído del pequeño.

La luna tirita en esa helada noche de invierno. Una estrella la arropa con su abrigo de fuego.

Estrella y luna miran al niño de manitas blancas, carita de rasgos mestizos y torso negro.

La virgen coge a su niño y lo mece al compás de esa nana que le canta el pastorcillo.

Se oyen voces de alegría y gozo por la calles de Belén. Voces de asombro por el niño que ha nacido.

Que es el niño de los blancos, de los negros, amarillos, de los moros, indios y mestizos.

 Que es el niño, hecho hombre, que multiplicó los panes y expulsó a mercaderes y rufianes.

Que es el niño que desnudo le han cortado sus alas y yace sin vida sobre la arena blanca.

Se oye esa saeta que el gitano le canta a ese niño, hecho hombre, moribundo en su cruz de madera.

Se oyen los lamentos de esos mares que entierran con sus palas ondeantes decenas de pateras.

Se oye el clamor de esas gentes que se alejan de sus tierras buscando el pan que se les niega.

Qué le pasa a ese niño, abanico de colores, que solo con el pastorcillo ríe y juega.

Que no quiere el oro, ni riquezas, ni cunas palaciegas, ni a hipócritas que le entretengan,

Mientras haya un niño que en pesebre nazca, en pesebre  viva, y en pesebre muera.

                      Felices Fiestas. 

                                                      Joaquín Cañete