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Recapitulación:

Quizás tenga razón nuestra querida Amor a catalogarnos de piraos.
 Quizás solo en la locura ordenamos nuestra razón de ser y la orientamos en la lógica de la cordura.
 Aún permanece en esta delicada memoria, propensa cada vez más a sestear en sus horas de vigilia, el día en que comenzamos nuestra andadura por aquellas tierras francesas camino de Roncesvalles, para culminar la primera etapa de las muchas que habría que completar para llegar a Santiago. 
 Allá queda lejos en el tiempo y en la distancia, pero cercana en el recuerdo, nuestra presencia por tierras navarras, consumando nuestros primeros pasos de un largo camino… Calles abarrotadas de peregrinos, lugareños, turistas… Eventos que congregan a numeroso público, terrazas por doquier, colas que avanzan lentísimas hacia el encuentro del apóstol y al encuentro de la compostela, ruído, algarabía, encuentros, abrazos, relax, festejo...Es el crepitar de una ciudad que acoge diariamente cientos de visitantes.
 Es una ciudad que no descansa , con sus puertas permanentemente abiertas , y con unas ojeras sin fondo como el tamaño de su catedral porque quiere mirar, agradecer y saludar a cada uno de los peregrinos que llegan desde todos los rincones del planeta.
 Y cada peregrino busca su lugar , su espacio, su momento, en soledad o en su soledad o acompañado, para dar por terminada su hazaña, para culminar su personal proeza.
 Calles bostezando al calor de la tarde, plazas que con voz en sordina te dan la bienvenida, lugareños que apenas ladean la cabeza para corresponder al saludo de quienes profanan el silencio de sus vidas con sus prisas, gentes que no añoran ni envidian el vendaval que azota a quienes necesitamos el bullicio para arrastrar nuestras vidas.
 Y por esos lugares perdidos, que pronto confundiremos u olvidaremos, hemos estampado nuestra huellas con nuestras pisadas, nuestros descansos y nuestras miradas. 
Y caminando por esas tierras alejadas de nuestro paisaje cotidiano, que han enriquecido nuestro personal álbum de imágenes para el recuerdo, nos hemos sentido libres y ligeros, sin lastres, hemos volado como pájaros surcando el viento. Ha sido necesario atravesar parajes de todo tipo para llegar a Santiago. E independientemente de su atractivo y dificultad, absolutamente todos ellos han sido necesarios, de igual manera y con idéntico valor, para llegar al destino ( el destino del camino es el camino en sí mismo ).
 Y para llegar a esas calles aceleradas de ritmo hemos tenido que atravesar campos dormidos aparentemente sumidos en la nada; y el último paso, a las puerta de la más emblemática de las catedrales del camino, no debería dejar más huella que aquel que nos llevó a la más endeble de las ermitas o a la más humilde de las plazas.
 Confesaba una tertuliana, cuando tomábamos un café, en los aledaños de la puerta de la misericordia de la catedral, que se sentía por una parte feliz por haber terminado el camino, pero a la vez sentía un gran vacío.
 Compartí ese sentimiento. 
Se acababa un periplo que nos había proporcionado grandes satisfacciones. Pero afortunadamente siempre queda el placer del recuerdo y la facultad de abrir nuevas puertas desde donde se vislumbren nuevos caminos.
 Mientras nuestra locura permanezca y la cordura no nos lo impida, siempre habrá un camino que recorrer.
 Y buena guinda para el pastel el acercarse a Finisterre. No hubo Mariquito pero sí se dejó constancia en la fiesta de la localidad de lo bien que bailan las peregrinas del Grupo Caminamos.
 Una espesa bruma impidió ver y disfrutar de la belleza de su puerto , pero sí permitió entrever los fantasmales cascos de algunas embarcaciones que bailaban al ritmo de una rianxeira coreada por unas aguas que se sumaban a la fiesta con ganas de cantar.
 Esas mismas aguas, mucho más revueltas e igual de brumosas, ocultaron el horizonte que cada atardecer llama a voces a un sol peregrino para darle cobijo. Y ese faro erguido sobre el límite de una tierra que penetra los fondos de un océano permanentemente en celo, oscurecido por un cielo plomizo, fue visitado por un peregrino sin apenas tiempo para amoríos, pero sí para cumplir con sus compromisos al calor de un gin-tonic bien servido.
 Mis primeras noticias sobre el camino de Santiago se remontan a una edad algo avanzada de mi juventud. 
Con el recorrido de los años la información se fue incrementando a retazos con datos faltos de rigor, y como es habitual, con la incomprensión propia de quien no entiende como se puede disfrutar de algo tan sacrificado y a priori absurdo. Muchos años después , a través , principalmente, de novelas relacionadas con el camino, mis conocimientos fueron adquiriendo cierta solidez. Afortunadamente, con el tiempo, las benditas circunstancias me han dado la oportunidad de vivir el Camino desde dentro , de ir acercándome a sus células y tejidos , a sus vísceras y sus músculos, y, sobre todo,a su rostro y su corazón.
 El Camino me ha enseñado a leer e interpretar la vida con otro lenguaje, a atravesarla con otro ritmo, a aspirarla con otros sabores y fragancias…Lamentablemente hay otros caminos que no podemos eludir y que nos reclaman habitualmente. Gracias a estos buscamos ávidos los otros.
 Hace dos años nuestros amigos del grupo nos hicieron un modesto homenaje a los que por primera vez llegábamos a Santiago recibiendo el pertinente colgante con la concha. 
Yo lo recibí visiblemente emocionado, al igual que los amigos que han tenido la dicha de recibirlo en esta ocasión.
 A todos ellos mi enhorabuena.
 Y me remito de nuevo a las palabras de Amor, matizándolas: Somos unos piraos que nos encanta caminar por senderos que se pierden por bosques encantados; somos unos piraos que nos gusta callarnos al escuchar como los árboles alzan sus voces ; somos unos piraos que nos hechiza tanto un campo yermo dormido como un vergel de vivos colores; somos unos piraos que no nos amedrenta ni la lluvia ni el calor abrasador; somos unos piraos que subimos o bajamos montes con rampas muy empinadas como avanzamos por el duro asfalto los kilómetros que hagan falta; somos unos piraos que nos gusta descansar, socializar y divertirnos y, ante todo, caminar, caminar y caminar; somos un grupo de amigos piraos que, en definitiva, disfruta del camino y de todo lo que el Camino lleva dentro…

3 comentarios :

  1. Joaquin: "No estamos locos, sabemos lo que queremos. Vive la vida igual que si fuera un sueño pero que nunca termina ...." (Ponle música) Gracias amigo, gracias hermano peregrino

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  2. [img]https://2.bp.blogspot.com/-DffP8vM8JEo/V_FkxT7aLRI/AAAAAAAAFH8/NFVZEnRmelgXTKJmyBldCrXW23-qJFNygCLcB/s1600/ola.gif[/img]

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  3. Una ola y muchas mas te mereces Novechento.Gracias por el deleite que nos brindas al leerte.Fantástica enumeración,descripción y comparación.Quede aquí mi enhorabuena a quienes han recibido la concha en este Camino.

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