Campos de Castilla:

Campos de Castilla:

Peregrino que caminas por esas tierras  de aridez y monotonías;

Sin montes que se eleven hacia el luminoso azul que viste el cielo;

Sin bosques que sombreen esos campos que sestean sin descanso;

Con secos rincones agrietados y heridos por las gélidas noches,

Y por los ecos de los silencios que murmuran sobre las extensas llanuras,

Y por el dolor de verse ignorados por los ojos de quien veloz los transita.

Lejanos horizontes que arrastra la mirada de quien camina absorto,

Soñándose dueño de amores que solo en la soledad del camino

Resplandecen como espejismos que la planicie devuelve al peregrino.

Quisiera sentir esta tierra como el que siente la vida correr por sus venas.

Sentirla en cada paso, al dejar mi huella sobre su lomo grisáceo.

Quererla como a una madre, que pare a su hijo para no abandonarlo.

Sentirla y quererla, aunque en su rostro se claven granos de tierra muerta.

Más allá de la belleza de unos ojos verdes que al deslumbrarte te ciegan;

Más allá de esas plazoletas con sus palacios e iglesias, sus terrazas y sus poetas;

Más allá de los gregorianos acordes que humedece el rostro de quien a sus  muertos reza;

Más allá, caminante, existe esta tierra de humilde mirada, con gente que la siente y la venera.