La nieve y el olvido:

La nieve y el olvido:

Quiero permanecer inerte en el corazón de ese bosque blanco,

De fantasmales árboles de blancas miradas y ramas inmaculadas,

De troncos rejuvenecidos por esos trajes de telas escarchadas,

De raíces enterradas bajo esa tierra vestida de blancos invernales.

Y abrir la boca, y aspirar ese aire de pureza rural,  y dejarlo viajar,

Viajar por las inquietas entrañas de quien busca blancos caminos

Y alejarse de ese mundo de colores desteñidos por humos y cloacas.

Esponjosa nieve que todo lo envuelves, lo embelleces y lo igualas.

Cuántos cuentos aún permanecen en mis recuerdos, blanca nieve,

Que sin ti se hubieran  extraviado por los sinuosos caminos del olvido,

Y con cuántos paisajes has  alimentado mi inocente curiosidad de niño.

Y ahora  que me he convertido en un feliz e iluso  aprendiz de peregrino

Apareces súbitamente, lluvia helada, recién llegada desde el mismo cielo,

Trenzando una alfombra de caprichosas formas con tus danzantes copos,

Blanqueando los valles, los montes,  el firmamento,  el alma y los sueños.

Ya no hay olvido para quien transita por ese camino ignorado por los siglos,

Para quien con sus pasos va desempolvado esa tierra tanto tiempo silenciada,

Y para quien con sus huellas va reescribiendo un libro relegado por el tiempo.

Camino Olvidado, te has vestido de blanco, y de blanco has vestido nuestro anhelo

De recorrerte caminando, desde el principio al fin, cada metro de tu abrupto cuerpo,

Como peregrinos enamorados, entregados a ti, para gozarte y vivir.