La cuarentena dos:

La cuarentena dos:

Una nueva entrega de Peregrini.

Capitulo dos

Tres semanas, tal vez un mes o más de cuarentena, Peregrini no dejaba de darle vueltas.  Recordó una frase que había escuchado a alguien estos días en la TV: Saldremos de esta pero posiblemente ya nunca volveremos a ser los mismos.

-          Quince días de cuarentena y creo que van a ser más. Si me lo dicen hace una temporada pensaría que es una de esas cosas que solo pueden suceder en los relatos de ciencia-ficción o en algunas películas, le dijo a su secretaria.

Volvió a la habitación de los libros con sus libretas debajo del brazo. Un poco más allá de Lobo Antunes se encontró con Paul Auster, aquello se estaba llenando de gente.  Paul , con su eterno cigarrillo en la boca,  le dijo a bocajarro:

-          Peregrini hay  cosas  que piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti que eres la única persona quien jamás ocurrirían esas cosas y entonces una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le sucede a cualquier otro. Tú ya deberías de saberlo ya, te lo comenté cuando te envié mi Diario de Invierno.

-          Si Paul, pero esto ¿Quién podría pensarlo? ¿Quién coño se lo imaginaba hace tan solo un mes? Pensábamos que no iba con nosotros   que eran cosa de los chinos como en su momento pensamos que el ebola era un problema de los africanos y que nosotros íbamos a estar aquí tan tranquilos.

-          Efectivamente Peregrini, tienes razón. ¿por cierto  a dónde vas con todas esas libretas y diarios? Recuerdo el consejo que te di en su momento en el bar “La Trilogía” cuando me visitaste en  Nueva York a raíz de cierta investigación que entonces tenías entre manos: Siempre es muy útil tener un sitio donde anotar pensamientos, observaciones y preguntas te dije. Veo que me hiciste caso.

-          Si pero ahora no se qué hacer con todas estas malditas libretas, menudo consejo me diste. Yo soy investigador privado, no soy escritor, no se para que se cuentan historias.  Te acuerdas de tú discurso en el Campoamor de Oviedo cuando te dieron el premio príncipe de Asturias de las Letras, yo estaba en el patio de butacas, me habías mandado una invitación pero el chaqué tuve que alquilarlo yo, me constó un pastón y me quedaba grande.  

-          Si, recuerdo que, después de saludar a su Majestad, empecé diciendo: No se por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no lo haría. En el mismo discurso intenté encontrar alguna explicación… Nos hacemos mayores pero no cambiamos. Nos volvemos más refinados, pero en el fondo seguimos siendo como cuando éramos pequeños, criaturas que esperan ansiosamente que les cuenten otra historia, y la siguiente, y otra más.

-          Ya pero yo no tengo ganas de historias ni de ordenar libretas. Lo que quiero es salir, caminar.

-          No desesperes, esto pasará y cada día será nuevo y cada día volverás a nacer  y saldrás a la calle y disfrutaras del aire. Lo mejor de todo, Peregrini, es el aire, tienes que aprender a vivir dentro de él. El aire y la luz, sí, también la luz, la luz que ilumina todas las cosas y las pone ahí para nuestros ojos. No lo olvides Pelegrini, está el aire y la luz y eso es lo mejor de todo. Y cada día será nuevo y cada día volverás a nacer.

-          Menuda parrafada más cursi Paul, ¡por dios! déjate de filosofías, mejor dejas de fumar de una vez que me estás poniendo esto perdido y nos tomamos un whisky.

-          De acuerdo Peregrini pero recuerda: la vida solo dura cierto tiempo ¿comprendes? , brother,  Disfrútala.

-        Si, si, de acuerdo ...  A mí con poco hielo, please.