Después de hacer varias veces los caminos de Santiago
saliendo de lugares cercanos a Oviedo, como Santander para hacer el del Norte,
León para hacer el francés, por primera vez nos dejamos llevar por esa ilusión
que estaba en el fondo de todos: “Hacer el camino francés desde Roncesvalles”,
era como una misión imposible, que, como todo, con ganas y empeño, salió hacia adelante.Fue
una aventura muy guapa, en la que conocimos a Chony, Valentina, Loly, Celso,
Virginia,José María, Eva, Cristina, no sé si se me olvida alguien. Algunos lo
dejaron por distintos motivos,pero otros aún continúan con nosotros.Otra
cosa que me gustó mucho fue el tema de las comidas, la sidrina y el queso.
Llevábamoslas potas y cazos para cocinar en los albergues las cenas y los
desayunos, pues las comidas las hacíamos en ruta de bocata. Nos turnábamos para
hacer las cenas, ducharnos e ir a tomar un vino,que en nuestro grupo es algo
sagrado. Compartíamos aquella cena y lo pasábamos genial. También llevábamos
queso y sidra, que antes de la comida del mediodía y mientras se hacían los
bocadillos sacábamos y disfrutábamos de lo lindo. Fueron aventuras que en su
momento estuvieron bien, pero mantenerlas era muy complicado.Un buen día, en el
puente de la constitución del año 2004, nos liamos la manta a la cabeza,nos
montamos en un autobús y nos fuimos camino de Saint-Jean-Pied-de-Port parando a
dormir en el camino. Al llegar a Saint-Jean-Pied-de-Port visitamos ese pueblo,
precioso, y comimos en un parque. De allí subimos hasta el alto de Ibañeta, de
donde teníamos pensado salir caminando hacia Roncesvalles pero la niebla era
tremenda y bajamos en el autobús. Visitamos Roncesvalles y nos fuimos a dormir a Zubiri, pues en
este pueblo era donde habíamos cogido un albergue privado e incluso unos pisos.
Al día siguiente salimos de Roncesvalles con un frío y unas ganas tremendas de acometer
nuestro nuevo reto. El camino era precioso, el día mejoraba y todos nos
salía fenomenal.Aunque había gente nueva ésta se adaptaba perfectamente al
grupo. Estábamos encantados.
De esta ruta cabrían destacar notas y curiosidades como:
La visita a Saint-Jean-Pied-de-Port, con su rio precioso.-El alto de Ibañeta
La colegiata de Santa María, la capilla de Santiago y la
capilla del Espíritu Santo en Roncesvalles.-La misa de envío a los
peregrinos que nos encontrábamos en la Colegiata.-La alfombra de hojas
por la que caminábamos bajando de Roncesvalles.-El albergue de Zubiri y
los pisos que alquilamos.
La cena y el pacharán en el albergue de Cizur, con el cabreo
de Maribel, la alberguera, al día siguiente. Por cierto, nos debe unas
pizzas.
La cena compartida con los catalanes en Puente La Reina
y la noche al calor de la chimenea y “a puerta cerrada.”
La noche en el albergue de Estella, lleno hasta la bandera y
el despertar con las carracas.Amanecía el Sábado Santo.
Llegar a una fuente y que ésta mane vino en vez de agua
(Irache)
Los paisajes de uvas en toda la zona.-Los mares de castilla, pues el
viento y la altura de los cultivos hacían olas en el campo.-El
albergue de los Arcos, donde la alberguera disponía de nuestras
vidas.-La llegada a Torres del Rio, donde nos reencontramos con Nicasio
y Virginia que venían de una boda.-La llegada a Viana, con la fiesta de
las flores y el baile de la conga en su plaza.
El albergue de Logroño, donde hacía un sol de
justicia, había muchísima gente y los franceses que los estaban atendiendo no
podían con todo.-El curioso personaje que encontramos donde el embalse de
la Grajera, a la salida de Logroño, que pintaba piedras.-La valla llena de
cruces hechas con palos que van dejando los peregrinos.-Los culinos
de sidra con los mexicanos en Navarrete.-El albergue de Agés, cruzar Atapuerca
y llegar a la catedral de Burgos atravesando el polígono industrial y la ciudad
entera.-El compañero de albergue en Burgos. ¿Dónde andará?-La casa rural
de Hontanas del Camino.-El convento de San Antón, que cruza
la carretera.-La llegada a Castrojeriz y subida al Teso de Mostelares.-La
comida de bocada, al lado de Puente Fitero y la entrada en Itero de la Vega,
primerpueblo de la provincia de Palencia. La cena en este pueblo en la
mini habitación.-El canal de Castilla y sus exclusas.-La comida en
Villalcazar de Sirga, todo con la mano.
Carrión de los Condes, el Monasterio de San Zoilo y la gran
llegada a Calzadilla de laCueza, nombre de pueblo fijo en nuestra memoria para
no volver. El vino a millón enCalzadilla de la Cueza.
El albergue de Laganares, muy cerca de Sahagún de
Campos y lo guapo que estaba. Aalguno no le sirvió de nada
pues lo pasó mal.
El Burgo Ranero, donde Nicasio y Virginia, creo que iban de
boda otra vez, y los fuimos adespedir a la estación.
La ermita de Nuestra Señora de Perales, La Perala,
patrona de los Bercianos.-Los vinos en el Burgo Ranero, todos, no quedó
mas. El albergue y la polémica con la señoradel Hotel.-La lluvia después
del Burgo Ranero.-El estrechísimo puente de Puente Villarente.-La
llegada a León y los vinos y tapas en el Húmedo. Allí nos encontramos
a Pilina.
El Albergue de Hospital de Orbigo y el “Sexy Hotel” El Canguro. Menos mal quellevábamos
al Policía de conductor y a su “señora”. Todo parecía que venía en el mismopack.
La llegada a Villafranca del Bierzo y la continuación hasta
Pereje para dormir en elalbergue donde Jóse impuso la “Ley del Silencio de los Ronquidos”,
nos despertó a todos ydijo que si él no dormía no dormía nadie
Amparo subiendo el Cebreiro cargada de castañas.
El pasar por debajo de los altísimos puentes de la autopista
que va a Galicia.
La oración a la salida de O Cebreiro en la Iglesia de
Santa María la Real.
Parada y estancia en el albergue de Triacastela.
La visión del Monasterio de Samos desde el alto.-La llegada a
Sarria, después de un día de mucha agua, cambiarse y a
comer.
La entrada en Portomarín, donde estuvimos con Alejandra, la
hija de Isabel y Pepe, quefue con una amiga a cenar con nosotros.-El albergue de Portomarín.-El
mercado en Palas de Rei, José esperándonos tomando un vino y las credenciales
sin sellar.
Leboreiro con su gigantesco canasto a modo de hórreo
primitivo.-El puente Furelos para cruzar el río del mismo nombre.
Melide, con su pulpo que no puede faltar.
El albergue de Ribadixo al lado del río. Precioso.
El queso de Arzúa.-La capilla de Santa Irene.
El albergue de Arca, donde Andrés quemo sus
queridas botas por su mala cabeza. (Asítodo aguantaron hasta
Portugal)-Esperar a que venga el avión cuando pasamos bordeando el aeropuerto
de Santiago.-La llegada al Monte del Gozo donde coincidimos con unos niños
de Madrid en el albergue.
La bajada a Santiago en taxi, a cenar y tomarnos un
algo.-La entrada en Santiago lloviendo a mares.
La misa del peregrino, como siempre masificada, pero bueno…
El decir: ¿y si vamos a Finisterre?, e ir.
Andrés Villa Sandoval.
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