Flor de Santiago¹ es el nombre común que designa a una de las flores de mayor belleza y de mayor pregnancia simbólica del Reino de las plantas. Una flor que llega hasta nosotros con el apellido botánico de Formosissima, que significa “la más hermosa” (adjetivo concedido por el ilustre botánico sueco Carl von Linné en 1753).
La Flor de Santiago es una flor exótica, solitaria y majestuosa de extraordinaria belleza pero también, y sobre todo, la Flor de Santiago es un “elemento de comunicación simbólica” gracias a su color rojo y a su inusual forma en cruz. El nombre original, en lengua náhuatl, Atzcalxóchitl, es la primera referencia simbólica de esta Flor, originaria de México, que en otro tiempo estuvo presente en los grandes centros ceremoniales de Mesoamérica, como en el Cerro de la Estrella, y en los Jardines Botánicos Reales, como el de Moctezuma II.
A finales del siglo XVI la Flor viaja a España en el interior de un “arca de madera”, con el delicado material de la Primera expedición naturalista financiada por la Corona Española. A partir de ese momento la exaltación religiosa de la Flor no tardaría en producirse. La flor atzcalxochitl, la hermosísima flor roja en forma de cruz, era bautizada como “Flor de Santiago” por su parecido con la Cruz de los Caballeros de la Orden de Santiago. El fervoroso mensaje bautismal, pronunciado por el médico hispano-luso Simón de Tovar, sería inmediatamente difundido fuera de las fronteras españolas por el afamado naturalista flamenco Charles de l´Écluse.
Tras este episodio, y a partir del siglo XVII, la Flor de Santiago llegará a los Jardines más importantes de Europa, entre ellos al selecto Jardín de la Basílica de San Pedro, convirtiéndose enseguida en objeto de culto entre las élites europeas, en señal de espiritualidad, de cultura, de gusto y de distinción. Y así sucedería también en Galicia, donde nuestro sabio ilustrado Fray Martín Sarmiento recogería un bulbo para plantarlo en su celda del Monasterio de San Martín. Sarmiento describiría la Flor como “hermosísima de color fuego, que parece lilio y no es”. Asimismo, a principios del siglo XIX uno de los Canónigos de la Catedral de Santiago, el botánico Pierre-André Pourret, llevaría la Flor para admirarla a su Jardín compostelano.
Entre los personajes que admiraron la Flor de Santiago o que la introdujeron en su obra cabe destacar a Rousseau, Thomas Jefferson, Goethe, Bocage, Runge, Rückert, Erasmus Darwin, Emily Dickinson o nuestra Emilia Pardo Bazán. Apartado especial merecerían las hermosas láminas botánicas realizadas por artistas como Mary Delany, Pierre-Joseph Redouté y Paul Landacre, entre otros.
La recuperación de la Flor de Santiago abre un nuevo espacio simbólico de extraordinaria riqueza y de extraordinaria belleza para la ciudad de Santiago de Compostela, para Galicia y para el culto jacobeo.
¹Nombre científico actual: “Sprekelia formosissima (L.) Herb.”.
Fuente:Estudio realizado por:
Ruth Varela Y Miguel Anxo Fernán Vello. 2009
0 Opiniones :