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Aniversario:
Bajo el aroma fresco de unas flores que cubren la losa que vela tu sepulcral morada,
Y mientras te vas despojando sin quererlo y en silencio de tus mundanales atuendos,
Te has despertado al oír el rumor sigiloso de quienes no querían perturbar tu sueño.
Al cerrar los ojos, entre rezos y silencios, hemos sentido tus manos y contemplado tu rostro
Y la impoluta y quieta mirada de quien transita incansable por celestiales senderos.
Pueblo pequeño, oasis de campos abiertos asolados por los bramidos de `persistentes vientos,
Refugio de historias acabadas que sestean cada tarde bajo la mirada inexpresiva de la nada,
Tu pueblo de nacimiento, de infancia y adolescencia, de miradas perdidas y sublimes deseos,
De corros de niñas que cantan y saltan y sueñan sin más partitura que la misma inocencia,
De seres que reposan agradecidos y consuelan fatigas en el ocaso sobre un poyo de piedra,
De casas que alumbraron vidas y hoy no son más que guardianas de silencios y reliquias.
Tu pueblo, el pueblo que llevamos dentro, el de los primeros sollozos y sonrisas,
El de la vida, el polvo y las cenizas.
Sobre un lecho de pétalos blancos anida una concha con tu nombre y tu epitafio.
VITORINA, CAMINAMOS.
Aniversario:
Aniversario:
Bajo el aroma fresco de unas flores que cubren la losa que vela tu sepulcral morada,
Y mientras te vas despojando sin quererlo y en silencio de tus mundanales atuendos,
Te has despertado al oír el rumor sigiloso de quienes no querían perturbar tu sueño.
Al cerrar los ojos, entre rezos y silencios, hemos sentido tus manos y contemplado tu rostro
Y la impoluta y quieta mirada de quien transita incansable por celestiales senderos.
Pueblo pequeño, oasis de campos abiertos asolados por los bramidos de `persistentes vientos,
Refugio de historias acabadas que sestean cada tarde bajo la mirada inexpresiva de la nada,
Tu pueblo de nacimiento, de infancia y adolescencia, de miradas perdidas y sublimes deseos,
De corros de niñas que cantan y saltan y sueñan sin más partitura que la misma inocencia,
De seres que reposan agradecidos y consuelan fatigas en el ocaso sobre un poyo de piedra,
De casas que alumbraron vidas y hoy no son más que guardianas de silencios y reliquias.
Tu pueblo, el pueblo que llevamos dentro, el de los primeros sollozos y sonrisas,
El de la vida, el polvo y las cenizas.
Sobre un lecho de pétalos blancos anida una concha con tu nombre y tu epitafio.
VITORINA, CAMINAMOS.
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Como siempre,tus versos me han conmovido.Es una dulzura leerlo.Victorina se merecía este poema.Gracias Joaquín.
ResponderEliminarRedondo Joaquin. Es lo que vimos y lo que sentimos y tu nos lo resumes concentrado y nos explicas. Magnifico.
ResponderEliminarGracias Ismael.No me cabe duda de que todos sentimos y percibimos lo mismo.He querido ponerle una voz y sugerir unas imágenes. Espero que Vitorina no lo desapruebe.
ResponderEliminarEs absolutamente maravilloso. ¡¡¡¡¡GRACIAS, JUAQUÍN!!!!!!
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