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Pandetrave - Riaño:

Segunda etapa:Pandetrave-Riaño:
Introducción:
La carretera N-243 alcanzada en Pandetrave, nos lleva, por la derecha, hasta Santa Marina de Valdeón, Posada, Caín y el Desfiladero del río Cares (total 17 Ks.) y por la izquierda hasta Portilla de la Reina y Riaño.
También se puede acceder al Desfiladero del Río Cares, más tarde, desde Riaño. Al hacerlo desde Pandetrave, se retrasa la ruta y es necesario rodear para salir por el puerto de Panderrueda hasta Riaño, perdiendo la hermosa Tierra de la Reina.
Descripción de la Ruta:
Pandetrave:
Desde Pandetrave ( Pan, divisoria de aguas), durante 10 kilómetros de carretera de montaña, la bajada es cómoda, suave y un deleite para la vista y para la imaginación, si alguna de las Janas o Xanas fluviales, nos espera entre el viento y la corriente de agua del arroyo Mostajal, que desciende del Coriscao, donde existió una ermita dedicada a San Sebastián. El gran rebaño de ovejas llegadas desde Extremadura pintea en blanco los verdes prados de pastos, gamones, piornos y bosques.
Se inicia la bajada del Puerto por carretera sinuosa hasta Riaño, cruzando los pueblos que reciben el apellido de la Reina : Llánaves de la Reina, Portilla de la Reina, Barniedo de la Reina, Los Espejos de la Reina, Villafrea de la Reina, Boca de Huérgano, Siero de la Reina, Valverde de la Sierra y Besande que constituyen el ayuntamiento situado en Boca de Huérgano, conocida como La Villa y pertenecen a la Mancomunidad de la Montaña de Riaño.
La leyenda atribuye este apellido a la Reina Constanza, que residió en el castillo de los Tovar, en Boca de Huérgano.
Cuyo torreón aún permanece, con el nido de las primeras cigüeñas que se encuentran en la ruta. La reina, que nunca reinó y más que reina fue una bella bastarda, enamorada, prisionera y viuda, fue enterrada, según la tradición, en la iglesia de Los Espejos de la Reina.
Esta es tierra de cántabros vadinienses, luego romanizados para explotar las minas de cobre y cinabrio de la zona. 
Múltiples estelas con inscripciones en lengua latina, confirman esta realidad histórica.
También podemos ver en estos pueblos algunos de los muchos típicos hórreos, de arquitectura agrícola popular, apoyados sobre cuatro o seis pilares de madera, llamados pegollos, y con cubierta a cuatro aguas. Hace un siglo había más de un millar de hórreos en esta zona; hoy sólo quedan unas docenas y la mayoría en el valle de Valdeón.
La zona está formada por valles profundos y cumbres altas como el Coriscao(2254), Peña Prieta (2538), Tres Provincias (2497) y el Espigüete: (2450).
Si has entrado por el puerto de San Glorio, a poco más de cuatro kilómetros, desde la cima, se entra en Llánaves de la Reina.
Pasado el bello desfiladero abierto por el río entre las rocas, a menos de cinco kilómetros, se llega a Portilla de la Reina, donde se encuentra el cruce de las rutas de Pandetrave, uniéndose a la de San Glorio y también el cruce de los ríos.
El albergue de la Casilla de Camineros y la renovada ermita de la Santa Cruz, situada a la salida del pueblo, en el cruce que forman los dos caminos y los dos ríos, ofrece un alto para descansar.
Portilla de la Reina:(Puerta)
Sus viejos caserones, el puente antiguo de madera remozado en cemento y piedra, y la confluencia del río Yuso, procedente de San Glorio, con el considerado Esla, en el cruce de los dos caminos anteriores, hace del lugar una población agradable que muestra aún su grandeza señorial. La calle es como un camino tradicional convertido en arteria principal del pueblo, tónica del urbanismo jacobeo. Si el nombre procede de" puerta", el lugar es una verdadera entrada a la Montaña leonesa.
En la iglesia de Santo Tomás se conservan algunas imágenes de valor de antiguos retablos barrocos desaparecidos: San Joaquín y Santa Ana, San Roque, San Martín y el sagrario.
Pero, sobre todo, destaca la capilla de La Virgen Peregrina, imagen nueva que sustituyó a la antigua románica (Museo Diocesano de León) ante un transparente de color, que demuestra la devoción de los peregrinos, después de cruzar la cordillera Cantábrica, iniciando el descenso hacia León. Cada año en el mes de Julio, los mozos ponen el ramo verde a la Virgen Peregrina.
En el porche de entrada, fabricado con madera de roble, pequeños cuadros sobre tabla, del siglo XVIII representan las virtudes teologales y cardinales y temas del calvario con esta inscripción propia para caminantes: "Tú que pasas mírame contempla un poco mis llagas y verás que mal me pagan la sangre derramada".
Uno de los cuadros representa las puertas del cielo.
En el ayuntamiento se custodia el arca de los documentos, baúl de madera de roble de casi dos metros de longitud con tres cerraduras de herrero, guardada por tres llaves que poseen tres de los ediles (los claveros) y han de abrirse conjuntamente, costumbre existente, en muchos otros lugares. En él se custodian bellos documentos escritos en pergamino sobre la historia del lugar.
Una casa de camineros que permanece en pie a la salida del pueblo, a pocos metros de distancia, podría ser un magnífico albergue o centro de información turística para el complejo invernal en proyecto y permitirá, al mismo tiempo, conservar un bello edificio de piedra.
En toda la zona se puede comer el cocido, la chanfaina, la caldereta de los pastores, las sopas de ajo caseras, los buenos quesos, la caza, la pesca y en gran chuletón de ternera y degustar los platos típicos de la montaña leonesa.
Una antigua leyenda cuenta que un padre iba con su hijo sobre el carro tirado por vacas por camino de Lechada hacia. Cardaño. La nieve cayó abundante, de tal forma que cerró el camino. El padre dejó carro, las vacas y el niño en una ermita dedicada a los santos Lorenzo y Vicente, hasta que volviera con ayuda. A su regreso, nadie esperaba junto a la ermita, persiguiendo las roderas del carro y las pisadas de los animales sobre la nieve, llegó a Portilla donde estaba la comitiva. El niño dijo que dos hombres que se llamaban mutuamente Lorenzo y les habían conducido de cardo y la oronja o regreso. Desde entonces una promesa o voto de llevar un cirio de cera y unas monedas hasta Cardaño, se cumple cada año por las gentes de Portilla de la Reina.
Barniedo de la Reina:
El caminante continúa por la carretera, a falta de una senda en este tramo, hasta llegar a Barniedo de la Reina, y después de dejar a la izquierda la pista que conduce al valle de Lechada, situado entre montañas de bellos prados. próximo centro deportivo de invierno con el nombre de Estación de esquí de San Glorio.
Al llegar a Barniedo de la Reina , se cruza el puente y se alcanza el pueblo, situado a la izquierda, continuando por buena senda, y sin utilizar la carretera, hasta Boca de Huérgano.
Hasta hace poco se conservaron dos pallozas en el pueblo, desaparecidas por abandono. Techar las casas con paja de centeno o cuelmo (pallozas) era una costumbre normal, antes de ponerse la teja al alcance de todos.
 La iglesia de San Vicente Mártir, remozada y despojada, como otras muchas, de sus retablos e imágenes, ahora museados no se sabe bien dónde, aún conserva una portada románica y un ventanal gótico de buena factura.
Desde aquí, por un camino de tierra junto al río, se camina entre prados, en primavera cubiertos por narcisos amarillos, conocidos en la zona como capilotes.
Sólo a un kilómetro más abajo está Los Espejos de la Reina: (Los Pejos) con su torre solitaria de dos cuerpos con apariencia de campanario, palomar y mirador, mostrando un gran reloj, como regalo de los hijos y nietos de los que alguna vez emigraron a Méjico.
La iglesia es de arquitectura gótica del siglo XIV, con bóveda de crucería, sin duda el edificio religioso más antiguo de los conservados en la zona del Valle de la Reina. Las armas de los Tobar confirman la tradición de que en esta iglesia fue enterrada Doña Constanza.
Un buen edificio de piedra de la antigua escuela, restaurada recientemente, puede servir también como albergue para peregrinos. En el pueblo aún se conservan dos hórreos antiguos.
A la salida del pueblo por el camino, se halla en buen estado la Pisa o Batán, junto al mismo camino y una cascada de agua que brota bajo una roca en el monte, conocida como Fuente de la Conalina.
Se llama Pisa en estas tierras a un Batán movido por el agua que servía para batanear los cueros o tejidos de lana y lino, productos antes de la zona. Es un magnífico ejemplar de industria medieval digno de conocerse con la rueda que recibe el agua y mueve el eje, los pesados mazos que golpean alternativamente y los demás mecanismos.
Villafrea de la Reina y Boca de Huérgano
Villafrea de la Reina: tiene dos ermitas: la de San Roque, a la entrada, y la de San Antonio, a la salida del pueblo, además de la iglesia del siglo XV, dedicada a San Cipriano, que conserva una digna imagen de Santiago Matamoros, como recuerdo de la devoción de los peregrinos a su paso por estos lugares, y la imagen de San Roque.
El camino continúa a la izquierda del río, dejando a un lado la Fuente del Piojo y el cruce que conduce a Guardo, Prioro y Palencia.
Se cruza el antiguo puente, hacia la derecha, entrando en Boca de Huérgano: ( La Villa ) es el centro administrativo del Ayuntamiento, que pone a disposición de los caminantes los servicios de farmacia y centro de salud.
Al llegar nos recibe el torreón del palacio de los Tobar, restos de un castillo-palacio dedicado a cacerías de osos, venados, corzos y jabalíes y que pide a gritos una intervención para que no se termine de destruir. Podría ser un centro de información de la ruta jacobea, turística y deportiva y para la estación de invierno en proyecto en los valles de San Glorio.
En la iglesia había un retablo con pinturas del siglo XVI, atribuidos al pintor Francisco Carrancejas, el cual también pintó los retablos de Casasuertes, Los Espejos y Riaño, conservados en el Museo diocesano de León.
El cruce que hemos dejado a la izquierda, antes de entrar en Boca de Huérgano por el puente, indica la dirección hacia Guardo y Palencia por el valle de Siero.
Volviendo a Boca de Huérgano y continuando la ruta, siguiendo por el RC a la izquierda, hallamos la ermita de San Tirso, obra del siglo XVI, restaurada y urbanizada, solitaria en la pradera, centro de importantes romerías.
Conserva un retablo barroco del siglo XVIII, con buena escultura del titular y un lienzo con la escena del santo aserrado por tres esbirros, tortura a la que sometieron al militar y mártir San Tirso, protector muy socorrido contra lumbagos y dolor de huesos.
Al exterior se ha reutilizado una lápida vadiniense como fuente.
La ermita de San Tirso nos adentra en la llanura inundada por las aguas del embalse de Riaño.
El estiaje descubre cada año las ruinas de Pedrosa del Rey, lo mismo que las de La Puerta y otros pueblos inundados por las aguas del embalse, como Huelde, Anciles, Salio, Escaro, Riaño y parcialmente Vegacemeja y Burón. Algunas piezas fueron salvadas del agua, como la portada románica colocada en el cementerio de Siero.
Riaño y el embalse:
Desaparecido en el agua el camino viejo y restos de la calzada romana que unía a estos pueblos, se continúa por la nueva carretera que rodea el embalse, dejando a la derecha, junto a la misma carretera, la ermita de San Bartolomé, perteneciente al desaparecido pueblo de Pedrosa del Rey (Petrosa de la Puente ) por el bello puente de piedra de cuatro arcos que aparece en verano intacto, cuando las aguas bajan de nivel, sin que nadie se haya preocupado de salvarlo.
El puente, de tres grandes ojos más uno pequeño, construido de sólida piedra con forma de lomo de mulo, servía para comunicación hacia el valle del río Cea, para personas, carros y rebaños de ovejas de la trashumancia y en él confluían las dos calzadas importantes romanas que venían del sur, de Lancia y de Cea.
El agua hace de tumba del pueblo ahogado, que emerge como un fantasma del más allá mostrando el puente y los muros de casas y huertos cada verano.
El agua del embalse es, a su vez, el espejo de las hermosas montañas que rodean el valle de Riaño y los pueblos que forman el ayuntamiento, Carande y Horcadas pertenecientes a la Mancomunidad de Montaña de Riaño.
Cumbres altas se recortan sobre el azul del cielo rodeando el valle como Pico Yordas (1963), Peñas Pintas (1988) y El Jaido.
La villa antigua de Riaño se formó con cinco núcleos de poblaciones situadas en la convergencia o ángulo (Riángulo, Rianno) de los dos ríos, el Suso procedente de Valdeburón y el Yuso, procedente de Tierra de la Reina, que se han disputado el nombre de río Esla.
Nada queda del lugar, al ser anegado por las aguas del embalse el año 1990, si no es el recuerdo y las arquitecturas nuevas que configuran una amalgama de casas de diversos estilos, formas y materiales, que nada tienen que ver con 10 que fue la capital de la Montaña , veraniega y tranquila durante todo el año. Centro de ferias de yeguadas que pastaban en el valle y montaraces vacas del bosque, eran tan famosas sus ferias, como las fiestas por sus aluches y la pesca de las truchas en sus ríos.
Lo único que queda del antiguo Riaño, lugar de veraneo y acogida de caminantes, son el recuerdo de la desaparecida antigua iglesia de Santiago y su hospital de peregrinos; cuatro lápidas vadinienses; la nueva iglesia parroquial, reconstruida con las piedras de Pedrosa del Rey; las mágenes de Santa Agueda, el Cristo y Santa María de Quintanilla restauradas, y la hermosa ermita procedente del desaparecido pueblo de La Puerta del siglo XIV, trasladada desde el valle, para salvarla de las aguas.
Son de gran interés las pinturas mural es de esta iglesia, entre las que destacan la representación de San Antonio como caminante con cacha en la mano y un Vía Crucis barroco; de carácter muy popular que decoran su interior.
Una torre de línea moderna cuelga las campanas de los desaparecidos pueblos bajo las aguas del pantano, para que no siguieran repitiendo bajo el agua el pecado de haber inundado este hermoso y rico valle.
La estela vadiniense, procedente de Pedrosa del Rey, que se conserva en la sala del ayuntamiento, puede servir de modelo de las otras muchas guardadas en los museos de León y Santander. El texto dice:
D (is) M (anibus) M (onumentum) P (ositum) COR (nelius) MATE (rnus) CIVESVAD(iniensis) EX PR (aecepto) Eor (rum) CONVIVENTIUM BODERO SDVBLEGINO (R) AMI (co) SVO PLV (us) MIN (us) A(n)NORUM XLV. "A los dioses manes puesto el monumento. Cornelio Materno ciudadano vadiniense, el que fuera representante de ellos, por la buena disposición dedicó el monumento a Bodero Sdublegino su amigo de más o menos 45 años de edad".
El texto puede aludir a un jefe de clan de los vadinienses.
La expresión romana, tan frecuente en las lápidas, podíamos aplicarla a la antigua villa de Riaño. R.S.E. (Hic Situs Est: aquí está enterrado). También podíamos añadir la otra expresión muy usada: S.T.L (Sit TerraLevis: que la tierra te sea leve). En este caso, el agua.
Fuente:Rutavanidiense.


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